Hace tiempo que quería escribirte esta carta. Tú eres el destinatario, un hombre amable – palabra que viene del latín “amabilis” y significa literalmente “hombre digno de ser amado” – y esta carta en concreto representa muchas de las cartas que tantas mujeres afortunadas han deseado escribir a sus parejas, maridos o compañeros de vida; hombres leales que han estado presentes y a la altura de las circunstancias, hombres que nos han brindado su apoyo sincero, que nos han respetado en todo momento y nos han amado con hechos, no únicamente con palabras. Muchas mujeres no encuentran las palabras adecuadas para plasmar lo que sienten en un papel, a pesar de que su mirada también refleja perfectamente sus sentimientos (sólo tienes que observar sus ojos con detenimiento, traspasarlos y llegar hasta su corazón). También por todas esas mujeres te escribo hoy esta carta.
Esta carta es para ti porque te has ganado mi respeto a lo largo de los años. No me refiero a que no hayamos pasado por problemas durante nuestra relación, porque ha habido problemas graves e incluso puede que decidiéramos separarnos en un momento dado. Las personas somos diferentes las unas a las otras, cometemos errores, herimos a la gente que amamos, muchas veces evolucionamos de forma distinta y no siempre es fácil asumirlo e integrarlo. Lo importante es tener las cosas claras y saber que quieres compartir tu vida con una persona concreta. Tener una meta común con esa persona. Yo quiero compartir mi vida contigo y tú conmigo; sólo desde ese punto se puede decidir tomar las medidas necesarias para solucionar los problemas juntos y salir adelante. A eso se le llama compromiso, y con esta carta quiero agradecerte que seas un hombre comprometido conmigo y con nuestra relación.
Sabes que tengo un amigo psicólogo que siempre me decía que sólo hay dos tipos de parejas, las que están dañadas y las que están rotas, ya que el paso del tiempo en cualquier relación, si no la separa definitivamente, siempre deja cicatrices. Las parejas nuevas, que aún no llevan mucho tiempo juntas, que aún se están conociendo, que están enamoradas (este es un factor atenuante, como la embriaguez, porque te impide ver la realidad tal como es), obviamente aún no han tenido ocasión de estropearse. Y si con tan poco tiempo las cosas no van bien, es un claro indicio de que la relación no va a ir por buen camino y quizás sea mejor ponerle fin antes de involucrarnos más emocionalmente. El tiempo pone todo en su sitio, y nadie es tan buen actor como para fingir durante mucho tiempo lo que no es. Las personas son como son, no como nosotros queremos que sean. Lo que está en juego son nuestros sentimientos y nuestra autoestima, y puede que no queramos pagar un precio tan alto sólo por “probar a ver si la cosa funciona”. Muchas veces es mejor abandonar el campo de batalla antes de que empiece la guerra; una retirada a tiempo es una victoria, aunque soy consciente de que resulta muy complicado cuando ya existen sentimientos de por medio.
Por todo ello es fundamental e indispensable la comunicación, una asignatura pendiente para muchas parejas pero que se puede mejorar mucho. Hay que hablar, comunicar nuestros sentimientos, expresar nuestros anhelos, nuestras necesidades, y no sólo “hablar por hablar” de tonterías y banalidades. Comunicar lo que queremos permite a la otra persona conocerte mejor, saber lo que necesitas, y si a esta persona realmente le importas y quiere tener una relación contigo, intentará satisfacerte en la medida de lo posible (si no fuera posible y tu pareja no es un hombre con un trastorno de personalidad antisocial, un narcisista o un mentiroso compulsivo, él también se comunicará contigo para expresarte sus propias necesidades). La buena comunicación lo es todo, y en la pareja, como en la vida, siempre se puede negociar. Todo es susceptible de ser negociado para buscar la mejor manera de hacer las cosas y que resulte factible para ambas partes. ¿Acaso esto te suena demasiado contractual? Es posible… pero cualquier relación entre dos personas supone un contrato implícito, firmado o no firmado, entre los dos. Y es fundamental comunicarnos para saber qué terreno estamos pisando (quizás uno de los miembros de la pareja sienta que camina por una playa tranquila cuando en realidad está cruzando un campo de minas). A ti, hombre amable, te quiero agradecer tu confianza y tu enorme capacidad de comunicación. A pesar de que no ha sido siempre fácil, a pesar de que ha habido malentendidos entre nosotros algunas veces, siempre has tenido muy buena disposición para hablar conmigo y solucionar los problemas de la mejor manera posible, negociando muchas veces la mejor forma de hacer las cosas para que ambos saliéramos ganando.
Eres un hombre único, excepcional, generoso, cariñoso… Me siento muy afortunada de haberte encontrado en mi vida y de que ambos decidiéramos caminar juntos en la misma dirección. La perfección no existe, puesto que tampoco está definida (lo que a uno le parece una virtud, para otro puede ser un defecto), y siempre vamos a tener retos que superar como pareja, problemas que irán surgiendo en el camino. Así es la vida. Pero lo más importante es que me siento acompañada y no me asusta el futuro si tú estás a mi lado. Gracias por estar presente, por respetarme, por escucharme, por entenderme, por apoyarme y por querer hacerme feliz.
Si tú también tienes un hombre amable a tu lado, siéntete afortunada. Si aún no has conocido a un hombre así, recuerda que tampoco lo necesitas; siempre vas a contar con la mujer amable (digna de ser amada) que eres tú misma. Eres muy afortunada de tenerte a ti misma y amarte, pues sólo en la medida en que te ames a ti misma podrás amar a otras personas. Y si tienes una relación en la que no eres feliz, no te sientes escuchada, comprendida, respetada o apoyada, plantéate ponerle fin y apostar por ti misma, porque te mereces todo lo mejor en tu vida y nada bueno puede entrar si antes no dejas hueco para que quepa.
Espero que te haya gustado mi post. Recuerda que puedes compartir tu experiencia o escribir tus comentarios justo aquí debajo.
¡Feliz fin de semana!
PD.- Esta carta está dedicada a Luis, mi marido, con el que comparto mi vida desde hace trece años y con quien acabo de celebrar el primer aniversario de nuestra boda el pasado 21 de septiembre.